miércoles, 6 de junio de 2007

Endivias al horno

Endivia sana

Por una vez no ha sido dislexia. La endivia es sana y, en mi opinión, la envidia nunca en sana.
Todo surgió un día cuando hablando con M (¿con quién iba a ser?), hablando con ella surge el tema de las endivias y, como con alguna otra comida, me dice que no le gustan, que le parecen ácidas. Y yo, como con alguna otra comida, le digo que eso lo dice porque sólo las ha probado crudas. Y así había sido, ya no ha vuelto a decir que no le gustan…
Cuando la conocí decía que no le gustaba el pollo, o eso decía. Ahora no hace más que pedírmelo: con pasta, en salsa de perdiz, con salsa de mostaza, al ajillo,…


Pues nada, el reto: búsqueda de una receta “interesante” que emplee endivias y, a ser posible, que no estén crudas. Me encuentro esta receta, interesante, fácil y muy apetitosa. Como en casi todo este tipo de recetas los aromas son (un poco) a gusto del comensal, lo indicado es sólo una referencia. Usad los que más os gusten. Con los quesos pasa “más de lo mismo”, emplead un buen queso para rallar y/o alguno que le dé cuerpo.

Endivia o endibia

Es curioso, pero es de esas palabras en las que se admiten las dos grafías. Yo tal vez, aunque la vista se me va a la “b”, prefiero escribirla con “v” pues, aunque su raíz latina creo que es con “b”, su nombre científico no es: Cichorum endivia.

En gallego, por ejemplo, existen muchas palabras que difieren en la grafía con el castellano, ya que podría decirse que el gallego, en ciertos aspectos históricos (y por aislamiento “represivo”), está más cerca del latín y emplea la grafía “latina”: móvil - “móbil" (del latín mobilis); abogado – “avogado” (advocatus); boda – “voda” (vota, votum), etc. Es curioso que “voto” (electoral) y “boda”, aparentemente diferentes, tengan el mismo origen. Yo he “votado” por María.

Lo había dicho

Y por desgracia lo he cumplido. Estoy en la mitad de “la semana fantástica” y ya ayer quedó patente: sin receta y sin pausa. Pese a todo, hoy me encuentro feliz, sin dormir pero feliz, será esa aureola masoquista que me rodea. Somos el masoquista y, ¿lo diré o no lo diré?, la (algo) sádica, la pareja perfecta. ;-). “Dame caña”. No penséis mal, quién es sádica es la vida, no hace más que dar palos.

“Puedo prometer y prometo” que a partir del viernes (o lunes) “todo volverá a ser como antes” (sólo me ha faltado, “cariño, todo…”) ;-).

¿Envidia sana?

Ni de lejos. La envidia nunca es sana, a mi parecer, por supuesto. Llaman “envidia sana” cuando no le clavas un cuchillo por (ni en) la espalda a la persona envidiada y “sólo” anhelas algo que posee (o piensas que posee) y tú no posees (o piensas que no posees). Eso debe doler muchísimo, una represión e insatisfacción insoportable, supongo. Supongo que eso le pasa a “algunos” políticos… por poner un ejemplo como cualquier otro.
Generar envidias o sentirse envidiado. Es otro de los pasatiempos de mucha gente. Parece una competición de “a ver quién genera más”: “Borja y yo nos vamos de vacas a las Bermudas”, “nos hemos comprado un cochazo impresionante, mejor que le de Juan Mari y Jessica”, todo trivialidades.

Ingredientes
Todos los ingredientes son aproximados, cada uno debe ajustarlo a sus gustos.
  • 4 endivias, no demasiado grandes.
  • Mantequilla, unos 60 gr.
  • 2-3 cucharadas de azúcar (he usado azúcar moreno).
  • 5 lonchas de panceta, cortada en tiras finas
  • Sal
  • Pimienta
  • Orégano
  • 5 cucharadas de pan rallado
  • 5 cucharadas de queso parmesano recién rallado
  • Un poco de queso mozzarella, para darle cuerpo
  • Aroma a gusto: tomillo…
  • Opcional: jamón serrano.
(1) Limpiamos las endivias, desechando las hojas externas y cortando la base. Cortamos longitudinalmente en dos partes. Reservamos.

(2) Precalentamos el horno a unos 180º y engrasamos una bandeja para hornear o tipo “Pirex” con mantequilla (podríamos emplear aceite de oliva).

(3) Ponemos las endivias sobre la bandeja, echamos azúcar para compensar la acidez de la endivia, trocitos de panceta, mantequilla, sal (poca, pues panceta es salada) y pimienta. Horneamos durante unos 15 minutos, hasta que las endivias empiecen a tomar color.

(4) Retiramos del horno y subimos la temperatura hasta unos 200º con el gratinador encendido. Echamos alguna de la mantequilla que ha quedado derretida en el fondo sobre las endivias. Mezclamos el pan rallado con el queso parmesano y espolvoreamos.
Añadimos un poco de mozarrella, orégano y/o tomillo fresco. Horneamos durante unos 10 minutos, hasta que estén blanditas y tenga el tono que más nos agrade. Hay que echarle un ojito para que no se tueste demasiado.

(5) Retiramos del horno, cortamos, le echamos un chorrito de aceite de oliva y servimos solas o, si gustamos, con unos trocitos de jamón serrano.

Buenísimas y ligeras (de sabor ,-)). En estos momentos no se me ocurre nada mejor que hacer con unas buenas endivias.

La endivia, por una vez, es sana y rica.
Y, ya que estamos con las dobles palabras, la invidia (también admitida) no es sana.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hola!!..pues fijate que a mi, me pasa como a tu M..que la endivia..le encuentro un sabor..que no me gusta..pero vaya..quiza sea que siempre la comi cruda..

sera cuestion de probar a cocinarla..y creo que asi en el horno puede que me guste,la hare y te contestare sinceramente si me ha gustado o no..

el proximo sabado en el mercado..compro,probamos en casa y te cuento..

gracias..por otra receta original..

Cogollos de Agua dijo...

¡Un pecado Capital!.
Sin comentarios.

Venga que de esta semanita nos queda lo mejor¡

Harry Haller dijo...

Chocolat, a mí eso me pasaba con el pepino (no pepinho), pero ya he encontrado algún truquito para evitarlo…

Chelo, “lo mejor”? a mi que queda un día de muerte. A ver.

Saludos

Publicar un comentario

Opina, pero con respeto para tod@s. Nadie es perfecto.